Las dos nuevas regiones creadas el 15 de marzo de este año, y que existirán legalmente una vez cumplidos seis meses, no tendrán representantes en el Senado, y los que existen tenderán a favorecer los intereses de los electores de sus zonas y no de las regiones vecinas sin cupo senatorial.
La creación de las dos nuevas regiones tiene por objeto, incentivar la descentralización del país, y generar mayores posibilidades de desarrollo en el plano administrativo y productivo de zonas antes menos favorecidas. Sin embargo, la génesis de éstas nuevas zonas regionales parece no considerar el plano representativo y electoral de las mismas, dejándolas en desventaja en cuanto a su poder de representación, y por lo tanto de decisión e influencia en el poder Legislativo.
El establecimiento de dos regiones nuevas, obliga inapelablemente a alterar la ley electoral vigente y rearmar el mapa de representación política en Chile.
Es decir, se suma un nuevo argumento para la necesidad de reformar el sistema binominal vigente, no sólo por las fallas del sistema mismos sino también, por una concreta necesidad de representación real de las regiones XV y XIV.
Lo anterior, a pesar de la medida por parte del Ejecutivo de mantener unidas las regiones de Arica y Tarapacá como una sola circunscripción senatorial.
La decisión de no generar nuevos cupos senatoriales, se contrapone con el propósito de entregar mayor independencia administrativa, productiva y política a las nuevas regiones, y las deja sumidas en una especie de cooptación y dependencia obligada con respecto a las regiones vecinas con representación en el Senado chileno.
Es probable, que las presiones por parte de las regiones vecinas -con senadores- sean sumamente fuertes, y terminen por ejercer coacción sobre los gobiernos administrativos de las nuevas regiones, en desmedro de sus propios intereses y en favor de las regiones representadas realmente.
De alguna forma u otra, se impondrá la voluntad política de los representados, por sobre la de los no representados, puesto que los senadores, tenderán a favorecer los intereses de sus electores reales -de sus distritos- y no de todos las zonas sin cupo senatorial.
Ese vacío de representación, claramente incide en que la pugna de intereses, que por ejemplo ha caracterizado a las regiones ubicadas en el sur del país, se torne más aguda y profunda, inhibiendo el desarrollo de una política administrativa y productiva en favor de todas las zonas.
