Friday, March 10, 2006

El cañon en la sien...

El grito, Edward Munch
Miré por la ventana, parecía que iba a estar nublado, pero al rato salió el sol, como lo detesto, sólo quería que siguiera lloviendo como había estado ocurriendo los últimos cuatro días.
Había decidido quedarme encerrado todos esos días y ya que estaba sin trabajo, no tenía que justificarle a nigún hijo de puta mis ausencias, eso era agradable, por lo que me dedicaba a ver televisión, leer un poco y dormir. Lo que más hacía era dormir, era mi mejor forma de evasión. Así me daba la sensación de no pensar nada, de estar en el vacío ¿en el útero?
Cerca del mediodía salí a caminar, el sol no estaba tan desagradable como creía y camine varias cuadras sin sentido, miraba para todos lados, pero nada parecía despertar mi curiosidad. Pasé a comprar cigarros y una botella más de ron, para la tarde. Debía seguir escribiendo, porque el plazo de entrega de mi borrador estaba cerca. Pero estaba sin inspiración.
Me senté en el escritorio, agarre la libreta, estuvo varios minutos mirando el blanco papel. Nada...
Frente a mi, en la pequeña repisa, estaba el viejo revólver de mi padre. Lo miré detenidamente por bastante rato... ¿Estaría cargado?
Continuará...
* Si quieres puedes sugerir qué pasa con nuestro protagonista...

5 comments:

zaratruciano said...

Decide hacer algo radical en su vida, no lo piensa dos veces. Toma el revolver, se inspira y comienza a planificar el crimen perfecto. Algo digno de ser contado en una novela. jajaj ando medio sicótico parece!
Saludos compadre

Lore Ortiz said...

Y si estuviera cargado???
El hombre es un bohemio... no es muy amigo de las armas, sus inspiraciones están más ligadas al romanticismo... pero esta vez es diferente... se le ha ocurrido una idea... salir a pasear por el revólver en el bolsillo y analizar las reacciones de la gente a su paso, podría ser una tremenda fuente de inspiración. En un barrio alejado, un disparo se escuchó.
Fue un tiro al aire... ensordecedor...

Lo encontraron con un revólver, sin sus documentos, con una botella de ron... e inerte.

Besos, chau
Lore

Unknown said...

Nooooo. El autor decide que hace el protagonista...JEJEJ
Saludos colega !!

MOCHIQUI said...

y sí, todas las balas en la recámara como si nunca hubiere sido usado, una extraña sensación lo invade, deja caer el arma y corre, corre,corre hasta que sus rodillas se doblan. Sólo piensa: ¿para qué habrá necesitado una arma mi padre?.

Sol.. said...

.. Tomó su inolvidable botella, sus cigarrillos y a su nueva compañera y se fue por ahí, a encontrarle motivo y ocupación a sus horas sin musa.. Caminó sin tiempo y sin rumbo, intentando ver más claro.. estudiando fríamente la balanza, buscando excusas para vivir.. pretextos para morir.. todo servía y todo albergaba una razón de ser, incluso el vacío que le acompañaba.. incluso la dama de negro que le llamaba..

El frío comenzaba a calarle hondo, pero no ese frío que en otros días disfrutara, sino la nueva dimensión de éste.. ese que le mostraba el sinsentido de sus pasos, el que le lo tenía sin sonrisa.. el que había cargado la balanza hacia un lado.

Llegó hasta su refugio, abrió la botella y bebió un buen sorbo.. tenía coraje para beberla toda, pero, dejando por única vez en su vida el egoísmo de lado, pensó que quien lo hallara allí necesitaría más de ella. Prendió un cigarrillo y disfrutó de su inhalación, como se disfruta sólo aquello que nunca más se disfrutará.

Se despidió de todo y de todos, como si los muebles le escucharan y como si la presencia de aquellos dos o tres únicos seres importantes en su vida, estuviera ahí disfrutando de su drama. Puso el cañón en su sien y, por primera vez en varios meses, sonrió, porque al fin había sido capaz de llegar a una solución cuerda. Con el pulso firme y una estrepitosa carcajada, presionó el gatillo, diciendo Adiós..

Cayó al suelo y lloró amargamente.. la única decisión que tomó con firmeza en toda su vida, lo tenía tendido en el suelo como un perfecto cobarde..

El arma no estaba cargada..




(Te agregué a mis links.. un abrazo!)