Tuesday, March 21, 2006

Eutanasia, el debate llegó a Chile

“Sólo quiero que la vida me deje, pido la muerte como una forma de hallar la paz” Samuel Fuentes (padece cáncer gástrico que lo mantiene postrado y pesando 29 kilos, hoy exige su derecho a usar la eutanasia para acabar con su sufrimiento)
El concepto de muerte digna u ortotanasia se refiere a la muerte con todos los alivios médicos adecuados y los consuelos humanos posibles, sin la inducción a la muerte del paciente, que sería el hecho esencial que la diferencia de la eutanasia, que es entendida como acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él. Es claro que a veces las personas pierden las posibilidades de luchar por su vida y entonces se tiende a instrumentalizar al enfermo, pero también es necesario respetar su dignidad.
La instrumentalización de los enfermos se refiere a la aplicación desmedida de tratamientos desproporcionadamente molestos o caros para mantener la vida, cuando las posibilidades de recuperación son nulas.
Existen diversas clasificaciones de los pacientes que están cercanos a la muerte, siendo las principales: el enfermo desahuciado que padece una enfermedad para la que no existe un tratamiento curativo y que es mortal, aunque no necesariamente a corto plazo, y el paciente terminal, que padece una enfermedad irrecuperable, previsiblemente mortal a corto plazo, en torno a dos semanas o un mes.
Se supone que la Eutanasia ofrecería la posibilidad de aplacar y poner fin a ese tiempo doloroso antes de la muerte, a sabiendas de que las posibilidades de sobrevida están agotadas. Sin embargo, esto genera una contradicción enorme para los médicos, pues en el juramento Hipocrático se consigna que: a nadie, aunque me lo pidiera, daré un veneno ni a nadie le sugeriré que lo tome.
Aquí entra en juego la libertad del propio enfermo para decidir acerca de su propia vida, cuando la Medicina ya no ofrece la posibilidad de una recuperación.
Más aún, si la dignidad del paciente se ve notablemente disminuida cuando éste está lleno de cables, respiradores, escaras y dolor, muchas veces consciente, sabiendo que las posbilidades de morir están más cerca que las de seguir vivo. ¿No sería parte del respeto a la dignidad del paciente, considerar su libertad de decidir?
En diversas partes del decálogo del Colegio Médico, se hace alusión a la autonomía del paciente como ser humano y por lo tanto, también a su libertad:
2. respetando la dignidad y privacidad de mis pacientes; escuchando sus puntos de vista;
3. Entregar a mis pacientes información oportuna, clara y precisa, de manera que ellos puedan entender y decidir;
4. Respetar el derecho de mis pacientes a participar de las decisiones que tengan relación con su salud;
6. Asegurarme que mis creencias personales no perjudiquen la atención de mis pacientes.
Entonces el dilema es si la Eutanasia permite respetar la libertad del enfermo -cuando éste se ha vuelto prisionero de su salud y de la propia medicina- dejando en sus manos y conciencia la decisión de vivir o morir.
En nuestro país este procedimiento es ilegal, sin embargo, en los hospitales ya se han creado salas especiales para los enfermos terminales, las llamadas “salas de muerte digna”, donde no existen limites para el horario de visitas ni para la cantidad de estas. Quizás como preámbulo a un debate más abierto a un tema donde la vida y la muerte se baten a duelo.
Artículo reeditado.

5 comments:

Anonymous said...

Dentro de los grandes temas que se consideran "valóricos", aquellos que tienen que ver con el inicio de la vida, junto con los que analizan el fin de ésta son, están siendo, y serán realmente problemáticos.
El derecho a la vida, en el caso de la eutanasia, podría desviarse un poco en el sentido que tiene. Este derecho, en vista de la problemática que va surgiendo actualmente (y que es necesario tomar en cuenta) seria en nuestros días el "derecho a la libertad de vivir". Para los pacientes terminales, no creo que piensen que en el estado en que se encuentran tengan vida: eso ya se perdió, y la “vida” pasa a ser una proeza y sobre vivencia a base de analgésicos, anestesias, cirugías, quimioterapia, radioterapia y tratamientos varios, que torne a la “vida” en un calvario, o un martirio del cual no se desea participar. El tener que ver a los parientes en interminables rondas en los hospitales, o como me ha ocurrido, el tener que enterarme alguna vez que se debió operar a un familiar por enésima vez para extirpar un tumor que cada día creció mas y con nulas posibilidades de sobrevivir, hace pensar en la necesidad de la eutanasia.
Resumiendo, me la juego por el derecho a la libertad de vivir. Ojalá que la carga valórica y principalmente religiosa que abunda en el país, y sobretodo en el congreso dé un paso al lado, y piense un rato en la dignidad de las personas.
Nos vemos estimado

Lore Ortiz said...
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Lore Ortiz said...

Ya lo comenté en algún otro momento.
Creo que cada uno es libre de decidir qué hacer con su vida...
El suicidio implica en cierto modo pérdida de la racionalidad... pero en casos como enfermedades terminales, personalmente prefiero morir en un estado en el que pueda ser recordada dignamente que casi en estado de cadáver que respira...

Un beso, chau
Lore

CDG said...

Debo confesar que éste es uno de los temas más complejos para mí en la manifestación de una opinión clara. Comprendo los puntos de vista de ambas posiciones: por un lado, respetar la vida ante todo evento; y por otro, respetar la vida digna ante todo evento. La verdad no sé si sea conveniente tener una legislación absoluta que diga qué hacer en todos los casos, sino más bien se podrían entregar directrices para que se decidiera qué hacer caso a caso, informando al paciente y a sus familiares sobre las reales posibilidades de recuperación. Me parece que habría que partir por ahí, pero también me parecería suficientemente justo que se entregaran todas las opciones posibles en el momento en que sea necesario elegir.

Pero de que el tema es complejo, es muy complejo.

Natho47 said...

La muerte digna es un derecho a consagrar.-