El cañon en la sien...IV

El grito, Edward Munch
Desperté cerca de las seis de la tarde, ya estaba oscuro y la neblina comenzaba a caer en las calles. La oscuridad en la casa solamente se veía diluida por la luz de la televisión, que no recuerdo cuando la prendí, pero que generalmente estaba todo el día prendida. Es una compañía, mala, pero compañía al fin y al cabo. Tomé un sorbo de las últimas gotas de ron que me quedaban en la botella. Aún quedaba otra botella...no, ya me la había bebido. ¿En qué momento? Ya ni me acuerdo. No me queda ron, pero no importa, aún no sufro angustías por eso.

Decidí salir al patio, el aire dentro de la casa estaba denso, y no había abierto las ventanas hace dos días, necesitaba respirar aire "puro".

Mis ojos quedaron petrificados, mi cuerpo no reaccionaba. ¿Quién había hecho eso? Quizás los niños vecinos, que solían saltar la pandereta para buscar pelotas de fútbol o para robar alguna que otra fruta. No, no eran ellos, era mi letra, estaba seguro de ello.

Un tiro al blanco, hecho con cartulinas y escrito con plumones. Más abajo, latas de conserva ordenados según su tamaño y marcas ordinales, 10, 50, 100, 150, 200.

En el piso, el revólver de mi padre, tirado. Lo cogí, sólo le quedaban dos balas. Para mi editor y mi vecina, pensé entre risas. Pero ¿Y las otras balas? El tiro al blanco y las latas estaban intactas...

Continuará...*Si quieres puedes sugerir qué pasa con nuestro protagonista...cada dos días saldrán los siguientes episodios.