El cañon en la sien...II

El grito, Edward Munch

Mi mano comenzó a escribir casi en forma autónoma, y yo seguía mirando el revólver fijamente. Parecía que mi cuerpo estaba dividido en varias partes, y los dedos de mi mano izquierda eran libres. Dictado automático llaman a ese proceso, libre, sin censura, sin edición.

No sé cuántos minutos pasaron desde que comenzó, pero alcance a escribir varias líneas.

De pronto, el ruido del lápiz al caer al piso, me sacó del extraño trance.

Mire la libreta y pude leer:

"Cómo no disfrutar de la montaña despertando en la mañana, mirando al sol frente al cielo sediento de amor, y el valle verde después de la lluvia, bordado con nubes blancas como lana recién cortada...agazapate tras esos recuerdos, fallida memoria, dualidades infernales...

¿Qué sentido tenía todo eso? Para mí ninguno, parecía que dos personas hubieran escrito al mismo tiempo y no tenía ninguna relación con mi borrador, que trataba sobre un médico asesino. Sin embargo, decidi no arrancar la hoja y dejarla tal como estaba.

El revólver seguía ahí, no recordaba en que época mi padre lo había adquirido, ni cuando llegó a mis manos, sólo recorde que estaba vacío y que no tenía balas en ninguna parte de mi casa. ¿De qué me servía? ¿De recuerdo? Un arma como recuerdo, algo extraño, pues nunca vi a mi padre jalar del gatillo o hablar de esa arma, yo tampoco, nunca había disparado.

Mañana iré de compras...

Continuará...

* Si quieres puedes sugerir qué pasa con nuestro protagonista...cada dos días saldrán los siguientes episodios.