Con el cañon en la sien XI

Francisco Goya, El sueño de la razón produce monstruos
No hay luz al final del pasillo. ¿Donde busco? No hay salida posible en el laberinto del Minotauro. Cada cual puede ser éste o Icaro. Condenados ambos, por sus propias existencias. No hay salida. Me siento aturdido, todo se desvanece a mi alrededor...

-!Aquí tenemos al traidor¡ dijo la voz misteriosa. Otra vez la escuchaba ¿donde estaba mi mente hace un rato? Parece que me quede en blanco por algunos segundos. ¿Se refería a mi como el traidor? Lo más probable, yo no les conocía y de rodillas en aquel lugar, frente al fuego, mi posición era de absoluta debilidad, de subyugamiento, de condena.

El rostro al otro lado del fuego me miraba, yo también, desafiantes, a pesar de mi posición de sojuzgamiento, no le temía, sentía que yo tenía el control de toda la situación. Trataba de reconocerle, pero no podía recordar esa cara. De pronto aquel rostro enarboló la siguiente frase directamente hacía mí: ¿Qué hacemos con el traidor? Ante mi falta de respuesta, reiteró: ¿Qué hacemos con el traidor?

Mis estertores volvieron de inmediato, no podía entender nada. Por qué me preguntaban a mi y cómo me conocían. Porque parecían conocerme. No estaba tan borracho como para no entender lo que decían. Pero estaba en blanco.

- ¿Qué hacemos con el traidor? me pregunto el de rostro misterioso y luego dijo:

!Traiganlo¡

Detrás de mi escuche un forcejeo y algunos murmullos casi imperceptibles, no había gritos, sólo murmullos.

De pronto, me incorporé en forma automática. De pie, quede frente al tipo de rostro desconocido, detrás mío seis tipos, armados y uno de rodillas, amordazado, todos alrededor del fuego...

Continuará...*Si quieres puedes sugerir qué pasa con nuestro protagonista...cada dos días saldrán los siguientes episodios.